miércoles, 13 de octubre de 2010

Enfrentadas

Mátame para que muera, muéreme para ser yo. Acaba con aquélla que en el espejo es la causa de mi perdición. Porque la odio y me odia, y me acecha su reflejo y me causa un gran dolor. Ella me odia y la odio. De esta maldita contienda sólo saldrá un vencedor. La de la imbécil sonrisa, la profundita orgullosa, la de la ceja arqueada, la que nunca dice nada. Este mundo que se estampa en mi mundo y en el tuyo, esta realidad que expira, este suspiro que exhala mariposas en el cielo, que de negro torna en blanco y de blanco en qué sé yo. Mátame para que muera, muéreme para ser yo.

Somos dos, somos ninguna. ¿Alguien sabe quién soy yo? ¿Me conoces mascarita? ¿Te conoces sin condón? Dime quién va por la vida sin profiláctico en el corazón. Espérame en aquella esquina, y llama a la policía, la muerta, voy a ser yo. Será una muerte muy dulce, quedará una de las dos, la de la mirada firme o la de la gata y el ratón. Mátame para que muera, muéreme para ser yo.

4 comentarios:

  1. Una vuelta de tuerca, innecesaria la verdad porque no la necesitaba, de un relato magnífico de Vanessa, que me animó a volver a escribir

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  2. Estas contiendas, siempre terminan en fusiones.
    Lo he visto en películas.
    Me agrada.



    ¡Saludos!

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  3. Gracias a los dos. No saben lo importante que es para una aspirante a juntaletras saber la opinión de quienes te leen. ¡Un saludo!

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