miércoles, 4 de agosto de 2010

El Romeo traficante de arte

Leonardo, La Madonna del Huso (1501)
La Madonna del Huso, de Da Vinci , ejemplo
de obra robada y recuperada. FOTO: Diazmontseg
Decía el filósofo y ensayista José Ortega y Gasset que "el amor es un estado de imbecilidad transitoria". No crean que me meto con tan hermoso sentimiento, todos deseamos alcanzar esa imbecilidad y mantenerla, eso sí, hasta un punto, porque en algunos casos la definición alcanza el axioma. Y si no que se lo digan a Raymond Scott, el estafador enamorado.
Su intento de vender un original de Shakespeare robado en la Universidad de Durham a la Biblioteca Folger Shakespeare de Washington para irse a vivir con su novia es cuanto menos pintoresco. Ocho años de cárcel van a costarle su impulso amoroso y su torpeza, qué quieren que les diga, en la elección del comprador y la historia inventada para justificar la posesión del ejemplar. Y pese a todo, tal vez por su imbecilidad, fruto o no del amor, ese sentimiento incomprensible e insondable, y por el hecho de que su aspiración fuera irse a vivir con su novia, no puedo por menos que sentir lástima y ternura ante este fracasado. Un ser digno de emular al Ignatius J. Reilly de La conjura de los necios, escrito por John Kennedy Toole, o de protagonizar una canción de Joaquín Sabina, llena de esa ironía y ternura con la que trata este cantante, actualmente de gira, a los perdedores.
Nos aproxima, no obstante, esta historia al robo de arte y patrimonio cultural, algo absolutamente execrable. El arte, esa magnífica manifestación del genio humano, debe ser patrimonio de todos. Ojalá algún día lo entiendan los coleccionistas privados que, no contentos con las piezas que obtienen en subastas, optan también a otras robadas de museos, iglesias o yacimientos. Especialmente preocupante es el tráfico de objetos robados por encargo en países pobres acabando con el patrimonio cultural de naciones poco desarrolladas.
Que el dinero no lo pueda todo y que Raymond conserve al menos el amor. Para él y su novia cubana de 21 años, esta canción del genio de Úbeda.

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