miércoles, 4 de agosto de 2010

Cultureta de saldo, cotilla y bohemia de vocación

Rana Gustavo
La rana Gustavo, mi inspiración.
FOTO: Jambuling
Como una es educada, qué menos que comenzar esta nueva andadura con una presentación.
Nací en una madrugada de diciembre de 1975, una vez hube confirmado a través de mis fuentes que Franco había muerto. No sé si las fiestas navideñas y sus copitas de cava (mi primera experiencia alcohólica fue con un añito, metiendo el chupete en el cava cuando no me veían mientras recogían la mesa al terminar la velada) o el alma gitana de una familia matriarcal y muy dada a las celebraciones con el Arehucas (el ron de mi tierra) por bandera, pero la bohemia, la fiesta y los garitos son parte de mi vida. No concibo mejor tarde de domingo que las que paso en una terraza de mi playita de Las Canteras, en Gran Canaria, después de disfrutar en su arena con una cervecita y buenos amigos con los que arreglar el mundo. Como la mayoría de ellos son también periodistas como yo y creen firmemente en el espíritu bohemio de la información y que la verdad no está ahí fuera, sino dentro de los bares, no me faltan colaboradores.
Cotilla por naturaleza, siempre fui la amiga a la que todos cuentan sin siquiera preguntar sus problemas. Así que mi destino profesional, que terminó de decidir mi afición por la rana Gustavo, el reportero más dicharachero de Barrio Sésamo, estaba escrito. Debo confesar un intenso coqueteo con la astronomía pero vista mi desastrosa relación con las matemáticas las dudas se disiparon por sí solas.
Mis primeros recuerdos me remiten a las comidas en casa de mi abuela, que junto a mi tía, contribuyó en gran manera a criarme, al cine y a los cuentos que me relataba mi madre antes de dormir. Y de ahí vienen otras dos de mis pasiones. Soy cinéfaga por naturaleza y lectora apasionada además de aspirante a escritora. Pero salvo algún fugaz momento de gloria en ese campo he de reconocer que quien quiera estudiar el síndrome de la página en blanco tiene en mi un buen ejemplo. Pero yo no cejo en el empeño y procuro vivir intensamente y viajar todo lo que puedo con mi mochila al hombro para encontrar esa historia que me haga escribir la novela definitiva.
Cultureta de saldo, cotilla y bohemia de vocación en suma. Con estos mimbres dudosos inicio esta aventura en la que, no les engañaré, será imposible que desentrañemos el milenarismo o descubramos quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos pero sí trataré de acercarles, desde mi visión insular y ultraperiférica, todas aquellas manifestaciones culturales que llamen mi atención y espero que la suya, si hay algún valiente.

Así que ocupen sus asientos. Empezamos y para darles la bienvenida tenemos a un cultureta de pata negra. Fernando Arrabal con su milenarismo. Legendario.

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